Compara el sereno y sencillo esplendor de un capullo de rosa con las tensiones de tu vida.
La rosa tiene un don que tú no posees: está totalmente satisfecha de ser ella misma. No ha sido programada desde su nacimiento, como tú, para estar insatisfecha consigo misma, por eso no tiene la menor necesidad de ser otra cosa más que lo que es.
Por eso posee la gracia natural y la ausencia de conflicto interna que entre los humanos sólo se encuentra en los niños pequeños y los místicos.
hay que quitarse las etiquetas entonces.....
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